Este juguete para niños, inventado a principios del siglo XIX era un simple pero interesante distorsionador de la realidad que asombra y cautiva a infantes de distintas generaciones; es increíble cómo tres espejos dentro de un tubo pueden hipnotizar con sus figuras, colores, formas, dentro de nuestra cabeza un lugar imaginario, generando una especie de visión quimérica que nos envuelve en una espiral de espejismos, transportándonos hacia espacios indefinibles, un juguete que puedes abstraerles por instantes u horas hacia un punto inexistente de realidad.
Gracias a la colaboración de Victoria, Silvia, Noelia y Mª Angeles (mamás colaboradoras del aula), cada asistente al taller se lleva su propio caleidoscopio.
Éste es el proceso:
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